Villa Romana de Río Verde

La zona excavada del yacimiento romano se encuentra situada en una parcela de suelo urbano, ubicada en una zona de tipo residencial (Urbanización Río Verde), situada al este de la desembocadura de Río Verde. Desde su descubrimiento, las delicadas estructuras de la villa han permanecido a la intemperie, realizándose las visitas al yacimiento caminando sobre los pavimentos musivarios. Diversas intervenciones de conservación y mantenimiento se han sucedido a lo largo de los años por sucesivos equipos de restauradores, aplicando distintas técnicas y materiales, que aunque vistos como los más adecuados en cada momento, no pueden evitar que poco a poco y de manera irremediable estos elementos patrimoniales dejen de tener algo que ver con los originales al deteriorarse progresivamente.

La solución planteada pretende ser un humilde y a la vez digno contenedor, fundamentalmente para proteger, pero también para exhibir y explicar el contenido, empleando para ello un tipo estructural ampliamente usado en otros campos, como el deportivo y el industrial, valiéndonos de tecnologías completamente ajenas a aquellas que materializaron a la villa. Optar por una fábrica tan poderosa, necesaria para cubrir grandes luces, se vio como la más adecuada. Sin embargo, esta manera tan aparentemente respetuosa para las ruinas también suele conllevar una destrucción, no literal, pero sí en el hecho del enorme cambio de escala que se produce.

La volumetría del edificio vino también generada a partir de la forma irregular de la parcela y del sistema estructural elegido, capaz de evitar apoyos interiores. De esta manera se parte del mayor rectángulo que se puede crear, perpendicular al vial de acceso y se cubre con cubierta curva. El resto de la parcela, formada por tres triángulos repartidos por el perímetro, se cubre con cubierta plana usando siempre el mismo perfil metálico. Este mismo perfil también se usa en la caracterización de la fachada principal.

El diseño de la fachada principal se inspira en parte en los templos clásicos coetáneos a la villa, así conseguimos que de alguna manera las ruinas que se pretenden poner en valor sirvan de inspiración a la hora de definir aspectos del nuevo edificio.

Debido a la irregularidad de la parcela, la cubrición se resuelve en 4 sectores, tres cubiertas planas de forma triangular, y una central rectangular con cubierta curva. El sistema elegido para el espacio central es una cubierta ligera autoportante, con perfil en arco rebajado sobre una estructura de pórticos metálicos, con elementos de arriostramiento y atirantado.

Se crearon dos tipos de vallado, uno para las medianerías, donde los pilares de los pórticos se adaptaron en función de los restos arqueológicos, y otro para la fachada principal, cuyo ancho en este caso se reduce a la mínima expresión para permitir la visión del mosaico de la medusa. El diseño de la cerrajería se relaciona con el instalado en el yacimiento de la Basílica de Vega del Mar, tratando de esta manera de dar uniformidad al tratamiento de todos los yacimientos existentes.